Una calle estrecha, un callejón… sí, un callejón. Un callejón alumbrado por la oscuridad, protegido por la inseguridad y custodiado por el abandono. Un callejón en que reina la Soledad, y el Dolor, la Amargura y la Locura son fieles compañeros. Un callejón donde hay cielo si miro hacia arriba… mas es negro. La Luz no puede entrar, tiene prohibido el paso. Siempre que intenta colarse, siempre que intenta alcanzarme para llevarme consigo, el guardián del callejón, el Recuerdo, la detiene y se la lleva.

Nunca me atrevo a salir de mi pequeña habitación. Pero el otro día osé acercarme al guardián y hablar con él. Le pregunté qué hago aquí, por qué no puedo salir y quién puede liberarme. Él me miró enfadado y sus palabras se clavaron en mi memoria: «Muchacha, es la libertad tu mayor sueño, es la felicidad tu objetivo. Pero añoras el pasado, confías en su regreso». «¿Y qué?», dije yo, «¿quién puede sacarme de aquí? Es esto tan oscuro que ni mi alma se encuentra. Además, la Luz el paso prohibido tiene. ¿Cómo escaparé de las terribles garras del Recuerdo y la Añoranza, la Locura y la Soledad?». «Escapar no puedes, joven. Sólo alguien puede liberarte, pero está tan lejos que no creo que te oiga». «¡¿Quién?!» desesperada pregunté. «Se trata de alguien tan odiado y a la vez tan necesitado. Sólo puedes confiar en que se acerque a ti sigilosamente y te tienda la mano». «¡Tantas veces me han hecho eso! Desde que estoy aquí, la Locura, la Amargura, el Dolor… todos me han tendido la mano. Y a todos se la he entregado. ¿Cómo sabré quién es? ¿Y de quién se trata? ¿Tengo que gritar muy fuerte?».

«Es alguien a quien en pocas ocasiones es acertado acudir, mas en tu situación es la única esperanza. Sólo has de concentrarte, no pensar en mí, el Recuerdo; no amargarte, sonreír; y recuperar la cordura. Entonces, sin necesidad de gritar, él solo acudirá a tus brazos y te tenderá la mano. Cuando a entregársela vayas, y abras los ojos, verás que todo está iluminado, que la luz de nuevo brilla sobre ti. Él apenas necesitará tocarte. Tú sola, en tus pensamientos, lo habrás conseguido. Cuando él definitivamente te agarre de la mano, lo habrás logrado». Yo, aún más inquieta, pregunté: «Pero… ¿de quién se trata?». El Recuerdo me sonrió y solo dijo: «Dicen que se llama Olvido».


Foto:
«Adiós», por Caótica