Cuando este sol tan brillante ilumina tu sonrisa. Cuando el ruin y mezquino viento desvanece tu mirada. Cuando dejas de existir, y cuando renaces sabiendo lo efímeros que son los sueños. Si alguna vez me equivoqué, aun sabiendo que me confundía, y continué. Si alguna vez destrocé alguno de tus sueños. Si el destino decidió intervenir fue porque se lo pedimos. Si las ruinas que ahora quedan son de aquel feliz recuerdo, las conservaré.
Cuando sé que no te tengo, y te tengo. Cuando mis sueños se quedan en eso, sueños. Cuando pierdo la razón y recuerdo que se quedó contigo. Si alguna vez quisiste amarme, si alguna vez me sentiste, si algo te lo impidió… Si la luz de la luna se apodera de mi cuerpo, si las estrellas me invitan a irme con ellas, si el viento me agarra de la mano y me lleva volando, me iré.
Porque el dolor no es dolor si lo acompaña el olvido. *Porque la paz, si se consigue mediante la guerra, no es paz.* Porque yo no soy yo si no estás tú. Complejo dilema. Porque mis labios te persiguen, porque mis ojos te sueñan, porque mi vida te pertenece. Y de nuevo más de lo mismo. Y si un escalofrío se apodera de mi cuerpo, de nuevo has aparecido. Y si un suspiro se apodera de mi voz, de nuevo te he recordado. Y si esta luz se apaga, dormiré tranquila en la oscuridad. Y cerraré los ojos. Y se encenderá una luz verde. Verde de esperanza. Y sonreiré. Y te veré. Y te sentiré.
Foto: «El dorado», por Las Heras
*Frase extraída de un poema que escuché recientemente en el bar Bukowski, en Malasaña.