No recuerdo cuándo fue la última vez que sonreí. Cuándo los pájaros y las aves aún cantaban por mí. Si pudiera admitir al menos que te perdí… Mi corazón está loco, cuando al pensar lo alboroto y salta y salta, está nervioso. De nuevo la lucha, la mítica lucha. Intento decirle que hace tiempo que te fuiste, que tus besos se dirigen al peor de los infiernos. Pero no me cree. Su esperanza perdura y perdurará hasta que lo rompas… una vez más.

Y si tus ojos supieran cuántas veces los busco en las miradas de cada noche, cada esquina y cada hombre… Si tus ojos lo supieran no me dejarían ir. No sufro, pero si te pierdo una vez más mi esperanza moriría, se ahogaría con la tierra que de tu garganta emerge pronunciando las palabras que mi corazón más teme.

No caminé diecinueve años para detenerme aquí. No vacilé ni un segundo en besarte ni en partir. No perdí las esperanzas que me retienen aquí. Pero ya va siendo hora, pues te fuiste… y te perdí.