Rimas de una noche de otoño que se asemeja a invernal. Duerme mi demonio dentro de mi alma y ya da patadas en el pecho por la angustia y el dolor. La chiquilla hace ya tiempo que enfermó, y nadie quiso ayudarla, nadie la socorrió. Sigue deseando ser la princesa de aquel demonio que raptó su corazón. Sigue sin nadie alrededor. Él se fue para siempre y nunca más regresó. La abandonó. La tiró a los tiburones del recuerdo y se perdió. Ella sobrevivió, pero continúa enferma de pura desesperación. Quiso encontrar a aquel diablo que le robó la razón. Pero él se fue para siempre y nunca más regresó.

Ahora ella duerme las noches en un solitario colchón. Él debería estar al lado, pero se fue y no volvió. Ella recuerda sus besos, su ternura y su pasión. Pero él se olvidó de ella… y huyó como un ratón. Ella permite intrusiones del amor en su colchón, y su lecho se refuerza soñando con que volvió. Pero él era un diablo, incluso se lo advirtió: “Aléjate de mí, niña, no te haré ningún favor. Soy malo por naturaleza, y daño provoco yo. Prefiero que te vayas y no verte alrededor”. Ella ignoró los consejos y a su lado regresó. Pero él se puso serio y su alma enfureció. Era un diablo al fin y al cabo, y con ella tropezó. Quiso alejarse corriendo, finalmente se esfumó. Ella le recuerda ahora como un vil traidor, pero reconoce su culpa por ignorar su razón.
A él le llamó el infierno, y se fue, y no regresó. Era un diablo al fin y al cabo. Y ella, sólo era yo.