Y aun así, pese a todas las batallas que vencí,
olvidando tus recuerdos, manteniéndolos ocultos
de la mano de esta vida, que me roza arrancando
mi piel a tiras, y rascando
en mi corazón, quitando asperezas pero
a su vez dejándome el corazón en carne viva.
Y sentí una vez más que te perdía,
y volví a llorar imaginando tus brazos,
y volví a caer en el recuerdo perdido
de otros años, de otro tiempo,
aquellos recuerdos, hoy dañinos,
que me oscurecen el alma y me hacen
un poco más desgraciada.

Pese a todo, pese a las noches en vela
que pasé recordando tus besos,
y derramando océanos de lágrimas
pensando que no volverías,
que eran recuerdos abstractos
que quedaron en el pasado,
que no pueden regresar.
Y como alguien dijo una vez:
el pasado no se puede cambiar.
¿Para qué llorar por él y lamentar lo que sucedió
(y lo que no sucedió)?
¿Cómo encontrar un camino que se aleja
cada vez más de mi vista? No lo veo, se perdió,
y ya no sé llegar. No sé llegar.

Y las miradas que dejaste en mi cabeza,
¿por qué no las puedo desterrar?
Tal vez porque me excedí dándote amor,
no merecías tanta dicha, ni yo tanta desdicha.

Tal vez todo esto que me sucede
tenga que pasar para que quede
por fin todo en el pasado, y no regrese,
y no vuelva a despertarme por las noches
ni a desvelarme imaginando horrores.
Cuánto te amé, ese fue mi delito,
fue el mayor de mis errores.
Cuánto te quise, le dije a la luna una noche,
y ella calló, y yo nunca imaginé tanto derroche
de horror, de calor, de pecado y de lujuria.
Nunca pudo salir bien, y no salió, por eso no me escuchas.
Yo te quise como no debí, y ese fue mi delito,
y mi castigo es seguir recordando tus besos y tu cariño,
y perderme por los mares de un destino
que no me da la oportunidad de seguir mi propio camino.

PD: Un poema del 04/05/11