Pudiera encontrar el cielo
viajando por tu mirada,
deslizándome en tus labios,
acariciando tu cara.
¡Quién pudiera ser cigarro!
Para encenderme en tu fuego,
para mojarme en tus labios
y envolverte en humo entero.
No supe ver el camino
que el destino me marcaba,
me perdí en el laberinto
oculto entre tu mirada.
Nunca deseé salir
de esta trampa edulcorada,
donde navegaban cruces,
penas, lágrimas amargas.
Viví esperando el destino
que mi corazón soñaba,
tenerte siempre en mis brazos…
Mi ingenuidad me engañaba.
Deambulé por la línea
más fina de la esperanza,
esperando un beso tuyo,
esperando una llamada.
Te quise como nunca
creo que vuelva a querer,
y la espina que dejaste
no dejará de crecer.
Mas quién sabe si algún día,
cuando los años dejen atrás las heridas,
si tú me sigues queriendo,
y las circunstancias son distintas,
búscame, porque la vida
da vueltas y muy deprisa,
y puedes imaginar
que aun con el paso del tiempo,
probable es que todavía
no haya podido olvidar,
y que en mi alma desnuda
te claves hasta el final.