Mil cometas por el cielo, mil estrellas fugaces, y con cada una un deseo. El mismo deseo: verte. Que mi día se ilumine con tu mirada, que aparezcas por la puerta por sorpresa y me sonrías. Ver tu sonrisa, ver tu mirada. Sólo eso pido, nada más. Perderme en los rincones más oscuros de tus ojos, recorrer cada pelo de tu cabeza con mis labios, acariciar tu barba con mis mejillas, tocar tus orejas con mi nariz, nadar por cada poro de tu cuello y perderme ya, por fin, en la dulzura de tus labios, de tus besos.

Que me agarres con fuerza y me acurruques en tu pecho. Que me susurres al oído esas palabras que luego lamento, pero que me encantan en ese momento. Que me cantes, que me rías, que me excites, que me tengas, que me beses. Que suspiremos, que gimamos, que saltemos, que gocemos, que nada más exista, que el momento no acabe…
Que no haya nada más que tu presencia y la mía, arropadas en la cama, con nuestros cuerpos unidos por el amor que navega entre los dos. Que no me abandones nunca, siempre llevarte conmigo, sentirte por siempre cerca…

Pero todo acaba y no hay nada. No es más que mi deseo y mi sueño. Mira aun así, cariño, lo que me haces escribir, para que luego me pidas que me olvide de ti.

PD: Un texto del 14/05/12