Dime cuántas veces has llorado
en una noche cerrada,
cuántas veces recorriste
la luna con tu mirada.
Cuántas veces me amaste
a la luz de la alborada,
y creí que era cierto,
pero estaba engañada.
Cuánto amor pudo salir
de mi alma ilusionada,
cuántos besos despedidos
en busca de tu mirada.
Pero diste puñalada,
trapera, en toda la espalda,
me engañaste, me mentiste,
y ahora me duele el alma.
Pude escapar de ti veces,
pude dejarte y marcharme,
pero no quise, te amaba,
pedías que me quedara.
¿Cómo has podido, maldito?
¿Cómo pudiste, canalla?
Traicionaste mi amor todo,
peor aún, mi confianza.
Nada podrá ser ya nunca
lo que creí que existía,
no es amor lo que me importa,
sino la amistad perdida.
No es un desengaño más,
¡ojalá así lo fuera!
Aunque me has roto por dentro,
resolviste al fin mis dudas.
Has roto lo que quedaba,
pequeño lazo que aún nos unía,
más allá del amor, más allá de la locura,
más allá de toda la vida perdida en la espesura.
Quedaba mi vida entera
recogida en un instante,
en un oasis de fuego,
recóndito y muy distante.
Quedaba un trozo de cielo,
de recuerdos y ternura,
y lo has destrozado todo,
implantaste la amargura,
al mentirme y demostrar
que nada te importó nunca,
que me has engañado siempre,
que todo lo que dijiste
era mentira, así siempre
fue. Siempre lo fue.
Me siento estúpida, perdida,
humillada, destruida,
me duele el corazón
de haberte querido tanto.
Y no solo eso, Dios sabe
lo que en verdad me importabas,
lo que me importabas tú,
tus abrazos, tu confianza,
tu cariño, tu amistad, más allá de todo amor.
Me perdí, me perdí,
necesitaré encontrarme,
tendrá que pasar un tiempo
hasta que pueda olvidarte.
Olvidar tus desplantes,
tu humillación,
tu pasotismo,
tu puñal,
tu traición.
PD: Un poema del 15/07/13