Antes de nada, me alegra anunciaros que En la memoria del bosque está a punto de salir gracias a todos y todas las mecenas que confiaron en el proyecto y también gracias a Libros.com por interesarse en primera instancia. Enseguida comenzará otra etapa igual o más emocionante, que es la promoción y difusión de la novela. Dicho esto, hoy me gustaría reflexionar sobre el tema de las víctimas del terrorismo, que vuelve a estar en el punto de mira.
El rey de 1978
Hace cosa de un mes, el rey Felipe VI hablaba en el Congreso con motivo de los 40 años de las elecciones de 1977. En su monólogo (porque, por supuesto, no estaban permitidas las preguntas), disertaba sobre la importancia de superar el pasado y por primera vez se refirió a la dictadura franquista con la palabra «dictadura». Algunos medios destacaron este gesto asegurando que así ya se podía avanzar. Sin embargo, en ese mismo discurso, el monarca destacó que durante el franquismo (sin mencionar nunca esta palabra) «hubo avances de excelencia en no pocos ámbitos sociales, culturales y científicos, avances que no debemos olvidar puesto que también forman parte de nuestros cimientos como país» (min. 5:25). Sí, justo después mira el lado oscuro, pero apenas habla de «intolerancia, discordia y falta de entendimiento». Discordia es que dos rivales políticos discutan sus posturas. Pero, ¿se puede hablar de «discordia» y «falta de entendimiento» para referirse a un gobierno que continuaba ejecutando a quienes no pensaban como él? ¿No son palabras demasiado suaves para describir una dictadura?
También en ese mismo discurso fue vergonzoso el recorrido que hizo por la historia de España desde la Constitución de 1812. Lo lógico habría sido reconocer, también por primera vez, y esto sí habría sido histórico, la republicana de 1931. Pero no. Él alabó la Pepa y ya no reconoció ninguna más hasta la de 1978: «Desde entonces [1812], España vivió bajo la vigencia de sucesivas Constituciones o leyes de rango constitucional que no fueron capaces de proporcionar ni garantizar la estabilidad política, el progreso social y económico ni la convivencia en paz y libertad que los españoles anhelaban» (min. 2:56).
Sería de ilusos negar los defectos de la Constitución de 1931, pero no reconocer los importantes avances sociales y reconocimiento de derechos que consiguió es marginar un periodo clave de nuestra historia. Porque, mal que pese a algunos y por mucho que intenten eliminarlo de nuestra memoria, la PRIMERA Constitución que permitió el voto de la mujer, el divorcio, los derechos de los hijos nacidos fuera del matrimonio o los derechos de los trabajadores no fue la de 1978, sino la de 1931. Y obviar aquellos avances es, sencillamente, miserable.
Víctimas de segunda
Otro asunto que ha traído a las víctimas de nuevo al ojo público ha sido la polémica surgida con el homenaje al concejal asesinado por ETA en 1997, Miguel Ángel Blanco. Tras conocerse que el Partido Popular utilizó la fundación para financiar de manera fraudulenta campañas electorales dentro de la trama Gürtel, el partido aún ha tenido la desfachatez de seguir organizando homenajes e insultar a quienes recordaban su delito. Pero lo más grave es que la hermana del concejal y actual presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, María del Mar Blanco, no ha dedicado ni una palabra al delito cometido en nombre de su hermano. En lugar de eso, se ha posicionado junto al partido corrupto que ha humillado su nombre para criticar a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, cuando se negó a desplegar una pancarta en homenaje al concejal por no destacar a una víctima sobre las demás, «para no hacer una situación de menosprecio de unas víctimas en relación a otras». Aseguró, además, que no sería razonable, ya que son las propias asociaciones de víctimas del terrorismo las que piden que no se individualicen los homenajes.
Y probablemente Carmena no se refería solamente a las víctimas de ETA, sino a todas las víctimas del terrorismo, tanto de ETA, como del 11M, del terrorismo de Estado y, por supuesto, las víctimas del franquismo. Son estas últimas las que continúan escociendo al Partido Popular, un partido cuyos fundadores, como sabemos, son descendientes de reconocidos franquistas o incluso franquistas en sí mismos, como Manuel Fraga. A pesar de todo, ellos se siguen considerando «demócratas de toda la vida». Mientras tanto, el vicesecretario General de Comunicación, Pablo Casado, y el portavoz del Grupo Popular, Rafael Hernando, siguen teniendo palabras de humillación para las víctimas del franquismo. Además, el gobierno del PP continúa entorpeciendo la aplicación de la Ley de Memoria Histórica. Hace unos días, podíamos ver emocionados el entierro de Timoteo Mendieta, asesinado por falangistas en 1939. Días después, al Ayuntamiento de Guadalajara no se le ha caído la cara de vergüenza al enviar una notificación a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) con una factura de 2.057 euros por la exhumación de Timoteo y otros 27 cuerpos de la fosa. La asociación recurrirá alegando que la exhumación de Timoteo se hizo en el marco de un proceso judicial y había sido reclamada por la jueza argentina María Servini, que desde abril de 2010 investiga los crímenes de la dictadura franquista que nuestro propio país se niega a investigar. Para ello, se ha amparado en el principio de justicia universal, ese en el que nuestros tribunales se basan para juzgar crímenes cometidos en otros países pero no en el nuestro propio.
Pero, posiblemente, lo que más duele a las familias es que otra víctima del terrorismo, como María del Mar Blanco, esté del lado de los herederos de la dictadura. Como decíamos, la hermana del concejal asesinado reprochó a Carmena que no colocara la pancarta: «Recordar a mi hermano es recordar a todas las víctimas». Pero no es cierto. Ella misma se indigna cuando se compara a las víctimas de ETA con las del franquismo. En una entrevista con Diario Crítico en 2016, comentaba: «Me molesta mucho mezclar a las víctimas del franquismo con las del terrorismo. […] Creo que mezclar no es bueno porque caemos en ese objetivo de la izquierda abertzale de la equidistancia entre víctimas del terrorismo y del franquismo. Yo represento a las víctimas del terrorismo y tengo que agradecer la importante labor del PP en estos años en los que hemos pasado momentos muy difíciles, y el único partido que siempre ha defendido esos principios de verdad, memoria, dignidad y justicia para las víctimas del terrorismo, ha sido, sin duda, el PP».
Hace tiempo circulaba por Internet una viñeta que sin duda reflejaba la situación de las víctimas del terrorismo franquista en este país. Aparecían un abuelo y su nieto. El pequeño preguntaba: «Abuelo, ¿por qué en Alemania la apología del nazismo está prohibida y en España el franquismo está legalizado?» A lo que el abuelo respondía: «Porque en Alemania los nazis perdieron la guerra y aquí los franquistas la ganaron». Así es, la ganaron en 1939 y la volvieron a ganar en 1978.
Imagen: Fosa común en Estépar (Burgos), descubierta en 2014. Mario Modesto Mata