Cuando parece que el cielo se hunde y las nubes descargan la peor de las tormentas. Cuando te sientes pequeña, diminuta, ante la inmensidad de un universo que ha decidido actuar en tu contra y llevárselo… Llevárselo lejos.

Cuando nada es justo y la rabia te rompe los labios al morderlos con fuerza. Cuando te tiembla el alma y te duele el corazón, se desgarra y salen mares de dolor. Cuando todo parece un vacío inmenso y pierdes el equilibrio, y te encuentras a punto de caer a la nada más profunda.

Entonces, su mirada. Su voz. Su recuerdo te sonríe y sus palabras te calman. La vida sigue y está para vivirla, para lucharla y llevársela puesta a todas horas contra viento y marea, contra ataques y contraataques. Y te susurra que todo está bien, que no sufras y que lo recuerdes con todas tus fuerzas mientras sigues adelante. Mientras suspiras y deseas encontrarle en tus sueños. Mientras la vida continúa y tú con ella.

Los sueños son demasiado grandes para apartarlos. Sigue adelante. Y vive. Vive como vivías antes y como no has vivido nunca. Y llora. Y sonríe. Sonríe, porque está contigo. Porque siempre estará contigo. A tu lado. Siempre.