Reporter's notebook

Todo el mundo sabe que el periodismo no pasa por su mejor momento. Aunque existen medios que hacen una excelente labor independiente, el gremio se ha ganado su mala fama por los grandes medios integrados en poderosos conglomerados. Sin embargo, a pesar de esto, todavía son muchas las personas que aceptan sin dudar lo que dicen los telediarios cada día mientras comemos o cenamos. A estas alturas, sabemos que no debemos creer todo lo que escuchamos, pero ¿dónde está esa línea?

La importancia del contexto

Se puede pretender informar con la mejor de las intenciones e intentando acercarse lo máximo posible a la objetividad. Sin embargo, desde mi punto de vista, el mayor error que han cometido los medios desde que la información pasó a ser tan instantánea y vertiginosamente rápida, ha sido perder de vista la base del buen periodismo, de una de las tareas centrales del periodismo: el contexto. Sin duda, los grandes medios tienen tras de sí poderosas empresas con sus influyentes intereses que dictan la agenda setting, lo que debe estar en primer plano en la opinión pública, sobre lo que la gente debe hablar y lo que no. Por eso no vale la pena detenerse en estos medios. Pero incluso aquellos que pretenden informar con absoluta veracidad y la mayor objetividad posible, con la mejor de las intenciones, corren el riesgo de caer en la desinformación si no desarrollan el contexto de los hechos. Como decimos, esto es complicado en un sistema de comunicación que se basa en la inmediatez y el solapamiento constante de noticias, un bombardeo de información digno de Un mundo feliz, de tal manera que una ya no sabe en cuál detenerse ni por cuánto tiempo, así que en muchas ocasiones decide ignorarlo todo. Como bastantes profesionales del gremio han advertido, falta profundidad. Una profundidad y un contexto necesarios en una sociedad en la que la desinformación intencionada, la manipulación y la execrable culpabilización de colectivos sin ningún tipo de escrúpulo ya calan con fuerza.

Llevamos años recibiendo noticias fugaces sobre la guerra en Siria, y aun así es llamativo cómo la sociedad en general sabe lo que ocurre solo por encima. Saben que hubo un ataque tal o cual día y que murieron tantas personas, pero continúan sin saber qué ocurre en realidad. Lo mismo pasa con la guerra en Yemen, desde donde apenas interesan las noticias debido a la complicidad de Europa con Arabia Saudí, la principal responsable. Pero no hay que irse tan lejos: cuando se informa de un desahucio, por ejemplo, se dan los datos de lo ocurrido y ya está. Muchas personas pensarán que eso es la objetividad, pero si simplemente aportamos unos datos sin ningún tipo de contextualización, damos pie a que sean interpretados incorrectamente, pudiendo tachar incluso de “alborotadora” a la persona desahuciada por resistir hasta el final con el apoyo de su vecindario. Es necesario explicar por qué se produce una manifestación, explicarlo en detalle, remontándonos a hace años si hace falta, que la sociedad comprenda por qué ocurre lo que ocurre, más allá de los datos. Los datos por sí solos solamente son eso, datos. Y, en los accidentes o los conflictos, las cifras no son más que números, por lo que debemos luchar por que lo que destaque sean las personas que hay detrás de esas cifras.

El papel social del periodismo

Habrá quien lea esto y opine que la función del periodismo solo es informar. Hay una cita atribuida al periodista y escritor George Orwell que dice que “periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás es relaciones públicas”. El periodismo tiene un papel social muy importante. Esta no es la única cita que hace referencia a ello. Como dijo el destacado periodista bielorruso Ryszard Kapuściński, “el deber de un periodista es informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienza con un cambio del vocabulario en los medios”. Sí, es deber del periodismo buscar la objetividad y la profundidad, ofrecer las diferentes versiones para que la sociedad comprenda lo que está sucediendo. Sin embargo, también es su deber no ser neutral. De igual manera que las guerras empiezan en los medios, la sociedad también puede progresar hacia el respeto, la diversidad y la solidaridad entre los pueblos. Un punto de vista que refleja maravillosamente una cita del Premio Nobel de la Paz sudafricano Desmond Tutu: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”.

Para este cambio social, es imprescindible que los medios se comprometan. Una de las maneras es cambiar la agenda setting. ¿De verdad es importante destacar por todo lo alto que Amancio Ortega es uno de los hombres más ricos del mundo? ¿No será más relevante para la clase obrera que en Francia hay una huelga indefinida en un determinado momento? ¿O que en Murcia han pasado años luchando por el soterramiento del AVE, con cargas policiales incluidas? El mundo comenzará a caminar hacia una mayor justicia social cuando una persona trabajadora se sienta más cerca de otra de su misma clase —viva en Francia, Irán o Bangladesh— que del gran empresario que paga su sueldo (o del hombre más rico de su país, a quien sacamos en las noticias solo por ser español, como si un trozo de tela uniera más que el hambre, la precariedad o los bajos salarios). Este gran empresario en realidad no se preocupa en absoluto por esta persona y no tendría reparos en despedirla, ya que, para él y sus negocios, es solo un número. Como leí hace poco, el problema es que la clase obrera ha perdido la conciencia de clase (un ejemplo claro es que poca gente sabe ya lo que son la plusvalía o las cajas de resistencia que se utilizaban hace unas décadas) y se cree más cerca de quien la explota que del resto de explotados del mundo. Sin embargo, el poder no ha perdido esa conciencia y por eso va ganando y es dueño del sistema.

Cuando la sociedad comprenda esto, comenzaremos a avanzar. Pero, para que eso llegue, para conseguir un mundo más justo en el que no existan la explotación ni el abuso, los medios deben comprometerse y comenzar a profundizar en todos los temas, despertando la actitud crítica de quienes los leen, escuchan o ven.

Imagen: Roger Goun