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Unas risas y un jijí. Carcajadas y un jajá. Sin pensar, sin planear. Una noche de fiesta y diversión te vi en la barra y me pregunté «¿por qué no?». Me acerqué a ti sin pensar, sin planear. Una cerveza acompañó el ritual aquel, y empezamos a acercarnos y sí, a conocer. Y la noche resultó ser una sorpresa, una locura, un placer. Mi destartalado juicio te había juzgado mal, así que la vida me miró traviesa y me retó a cambiar.

Un desengaño, una pandemia y una razón dormida que apenas ya escribía. Solo desidia, rutina y apatía. Pero ahora resurgí, porque no, no lo vi venir, pero me gusta esta sensación de volver a vivir, a sentir, a fluir… Y casi percibir el palpitar de la sangre en mis venas al discurrir, y sin motivos sonreír. La vida es eso que pasa mientras sin querer decides no mirar, y un buen día un trampolín te lanza de nuevo al ruedo, a jugar. Y la vida decide brindarte aleatorias maravillas… sin pensar, sin planear.