Sahar habla de la crisis de identidad, de cómo es sentir su cuerpo usurpado por una persona que no es ella y su búsqueda incesante por reencontrarse consigo misma: «La versión original de mí misma está en coma y no volverá hasta que termine la guerra».
El genocidio continúa en Palestina, como también continúa el silencio de los países árabes y de los gobiernos occidentales, ahora sumidos en el opio de los Juegos Olímpicos. Unos Juegos Olímpicos en los que, en un mismo evento, se ha impedido participar a las delegaciones rusa y bielorrusa bajo sus banderas y no se ha puesto ningún tipo de limitación a la participación israelí. A estas alturas ya no resulta sorprendente, pero sí llama la atención el descaro de que todo esto esté ocurriendo en un mismo evento y ya no se esfuercen siquiera en disimular.
Mientras tanto, el genocidio continúa en Palestina. En Gaza, las enfermedades ya se están abriendo paso mientras Israel continúa impidiendo la entrada de una ayuda humanitaria que alivie la emergencia sanitaria de la zona. Y, no contento con eso, ha comenzado el procedimiento para declarar organización terrorista a la propia UNRWA, agencia de la ONU. En medio de esa situación vive Sahar Al-ijla, la protagonista de la nueva entrega de Voces palestinas. Es una joven gazatí conocida por su naturaleza única, alegre, trabajadora, ambiciosa y sensible y que se graduó en la Universidad de Al-Azhar como profesora de inglés. Como explica en We Are Not Numbers (WANN), «sueña con una vida segura y protegida mientras se esfuerza constantemente por crecer personal y profesionalmente. Disfruta de la natación y las caminatas, tanto como deportes como para aliviar el estrés».
En su artículo, publicado en We Are Not Numbers el 27 de julio, Sahar habla de la crisis de identidad, de cómo es sentir su cuerpo usurpado por una persona que no es ella y su búsqueda incesante por reencontrarse consigo misma: «La versión original de mí misma está en coma y no volverá hasta que termine la guerra».
En busca de mí misma
Sentada en la playa, mirando a la nada, buscando respuestas a las preguntas que zumban en mi mente, veo otras preguntas en los ojos de la gente que pasa: ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué? ¿Cuál es nuestra culpa? ¿Terminará esto alguna vez? Comparto estas preguntas con ellos, pero otros interrogantes espirituales, personales, trascendentales y existenciales han controlado mi mente durante más de ocho meses: ¿Quién soy? ¿Dónde está la antigua versión de mí? ¿Volveré alguna vez a ser la persona que era? ¿Y cómo me transformé en una extraña para mí misma? Desde el lanzamiento de este ataque a Gaza, he perdido mi hogar, mi seguridad, una vida cómoda con ingresos y tranquilidad. También me he perdido a mí misma.
Durante 26 años, fui una chica con una personalidad única de alegría, sencillez, confianza, paz, fuerza, sensibilidad y pasión. Sin embargo, los últimos ocho meses han aniquilado de manera sorprendente todos estos rasgos que tenía, como si nunca hubieran estado dentro de mí. No parecen ocho meses, sino más bien ocho años o incluso ocho décadas. He estado contando los días, no viviéndolos. La vida se ha detenido durante más de 260 días. Perdida en el mundo, ignorando el presente y el futuro, inconsciente de lo que sucede a mi alrededor y de cómo actuar: así es como me he sentido durante mucho tiempo. La versión original de mí misma está en coma y no regresará hasta que termine la guerra.
Vieja por fuera, vacía por dentro
La rutina sombría, agotadora y estresante es la misma todos los días, y las luchas diarias de estar sin hogar y tratar de encontrar comida y agua bajo la amenaza constante de los bombardeos son evidentes en mi apariencia, que es mucho mayor que mi edad real. Mi rostro está más oscuro debido al sol y mi piel está completamente cubierta de acné y espinillas, en respuesta al estrés y la tensión. Ya he perdido la mitad de mi peso debido a la falta de alimentos nutritivos. Sufro dolores de estómago con regularidad. Mi dolor en las articulaciones y los huesos, así como las infecciones en el pecho y los ojos por cocinar sobre el fuego todo el tiempo, me hacen sentir tan vieja como parezco.
No reconozco en quién me he convertido, como si una nueva persona ocupara mi cuerpo. Por dentro, estoy vacía. Mi corazón y mi mente no funcionan correctamente, por lo que no puedo sentir ni vivir los más mínimos momentos de placer o felicidad. He perdido la pasión que solía tener incluso por las cosas más simples. Cuando miro mi reflejo en el espejo agrietado, me doy cuenta de que estoy tan agrietada como él por dentro y por fuera. No puedo soportar a mi nuevo yo. Después de ser apasionada y tener esperanza, ahora estoy siempre deprimida y despreocupada por todo, independientemente de lo importante que sea. Los bombardeos masivos me hacen tener un miedo constante a cualquier sonido fuerte que oigo. Incluso el ruido de un coche que pasa me asusta.
Mi lado optimista y alegre era una característica de mi personalidad. Cuando mis amigos se sentían bajo presión y necesitaban apoyo, siempre me llamaban. Después de hablar, me decían que se sentían mucho mejor y que yo era la persona perfecta para hacer que cualquier problema fuera más pequeño. Nos reíamos juntos en cada reunión y mis bromas y palabras divertidas se escuchaban en la distancia. Ahora, sin embargo, estoy al revés, transformada. Pienso demasiado en cosas malas y no puedo evitar tener pensamientos oscuros.
Reconozco que a veces era una persona nerviosa, pero no hasta este punto. Ahora tengo los nervios a flor de piel, esperando cualquier momento tonto para explotar, algo muy alejado de mi naturaleza. Me he vuelto agresiva incluso con los miembros de mi familia e inconscientemente descargo mi ira y estrés internos en ellos. Un día, mi hermana y yo peleamos por algo absurdo, las tareas de limpieza y, en medio de nuestra pelea, grité: «¿Cuándo te casarás para que podamos deshacernos de ti?». Me arrepentí de haber dicho eso y me disculpé el mismo día. Este es un pequeño ejemplo de cómo la guerra nos ha forzado a tratarnos como familia. La guerra nos está robando todo, incluso nuestra humanidad.
La incapacidad de practicar mis pasatiempos favoritos también juega un papel en mi pérdida de identidad. Me han privado de las actividades divertidas más simples que solía practicar, como visitar lugares bonitos y entretenidos, ver películas y series de televisión, cocinar platos deliciosos, visitar el mar y nadar, salir de picnic con la familia, caminar y meditar en la naturaleza, moverme libremente en mi casa de un lugar a otro… ¿Y saben qué? Me han privado del regalo más simple, que es tumbarme tranquilamente en mi cama bebiendo algo mientras veo la televisión o navego con mi móvil, sin tener miedo de que me maten en cualquier instante.
Todo esto se debe a los incesantes ataques aéreos aleatorios, al miedo constante de morir en cualquier momento y, por supuesto, a la falta de suministros, medios de entretenimiento y lugares de diversión en Gaza. Todos los sitios hermosos, como parques, jardines, restaurantes, cafés y tiendas fueron destruidos por las fuerzas israelíes, así como los edificios imprescindibles, como hospitales, escuelas, clínicas y hogares que sufrieron la misma suerte.
Desde octubre de 2023, he estado en un bucle circular buscando la antigua versión de mí, Sahar, antes de la guerra. Era una persona con esperanzas y sueños, fuerte, independiente y con un carácter especial. Desafortunadamente, aún no ha salido a la superficie.
Intentos de recuperarme
Este no es el final; no me rendiré y haré todo lo posible para recuperarme. Todo tiene un fin, por lo que esta guerra implacable terminará algún día, y ese día la antigua versión de mí reaparecerá. Mientras tanto, he hecho algunos intentos para lograr ese objetivo.
1. Alá está ahí para ayudarnos
Alá nunca me ha defraudado cuando le he pedido ayuda y misericordia. Cuando le pedí que me ayudara a graduarme, lo hizo. Le pedí que me diera paciencia en los momentos difíciles y lo hizo, y cuando mi familia y yo enfrentamos múltiples experiencias cercanas a la muerte desde el comienzo de las masacres, le recé para que nos salvara y él también lo hizo misericordiosamente.
Esta ha sido la única fuente de tranquilidad y paz desde que comenzó la guerra. A lo largo de toda mi vida, Alá ha sido mi primer destino de apoyo y ayuda, y durante estos tiempos difíciles, me estoy acercando cada vez más a Alá, ya que es mi única salvación. He estado tratando de mantener un fuerte vínculo rezándole y alabándolo, lo que me ha ayudado mucho a mantener la poca esperanza y confianza que tengo.
2. Llora para sentirte mejor
Llorar como método para aliviar el estrés siempre ha sido un método que solía practicar. Por lo tanto, era una de las opciones que tenía, pero lamentablemente no ha funcionado. He hecho todo lo posible por expulsar mis penas internas en forma de lágrimas, pero nada ha salido de mis ojos. Mis lágrimas están encerradas, incapaces de ser derramadas. Creo que mi corazón ha perdido su capacidad de expresar sentimientos y emociones. Esto me hizo sentir peor e intensificó mi depresión. Fue una señal para intentar otro proceso.
3. Hablar con los seres queridos
La única forma parcial y ligeramente efectiva de encontrar mi camino ha sido hablar con personas que quiero y en las que confío, incluidos amigos cercanos y familiares. Cuando hablo con ellos, comparto todo por lo que he estado pasando y también las vicisitudes y problemas diarios a los que me enfrento.
Esto me hace sentir mejor y peor a la vez. Me facilita la vida porque he estado en su lugar y viceversa, así que entiendo cómo se sienten y sé que no estoy sola. Por otro lado, me siento triste por los demás, por la vida y las experiencias difíciles que nos han obligado a vivir. Desearíamos que nuestras vidas fueran más justas. Cuando nos vemos, hago todo lo posible por revivir el pasado mientras nos sentamos en un grupo a charlar e intentamos olvidar nuestros problemas, comemos y bebemos cualquier snack disponible y tomamos fotos divertidas.
4. Pasatiempos y actividades
Casi he olvidado que hay algunos pasatiempos que me gusta practicar, especialmente porque no he tenido la capacidad ni la oportunidad de continuarlos. Intento retomar mi camino y desafiarme a mí misma para mejorar mi positividad, empezando por hacer algo divertido y alegre y planeando cada día con diferentes actividades individuales y grupales, como cocinar, jugar y hacer puzles, ver películas y series, leer novelas, divertirme con la familia y cualquier cosa que ocupe mi tiempo. Pero esto es difícil porque no puedo aislarme del miedo y la atmósfera tensa que me rodea.
No hay nada que un ser humano pueda hacer mientras la guerra continúa, excepto dejar que todo siga como está. Todo lo que puedo sentir es miedo y estrés, independientemente de mis esfuerzos por recuperar mi vida y mi yo.
5. Escribir
Canalizo mis emociones a través de la escritura. No tiene un gran impacto, pero eso no me impedirá escribir todo lo que siento y experimento, y estaré esperando su efecto, por muy pequeño que sea.
Artículo original en Nueva Revolución el 30/07/2024.